Epilogo
DÍA SÁBADO
En el Hotel se habían enterado de que una de las cocineras era española, llevaba ya muchos años en Trujillo y se había casado con un trujillano. El Maître les dijo que esa cocinera podría prepararles las comidas al estilo español. A ella acudió Rosa, para pedirle que les preparase una cena para sus amigos: unas tapas de tortilla de patatas, calamares fritos, una pequeña paella, o mejor lo que ella considerara oportuno.
A la hora prevista se presentaron en el hotel, Doña Claudia y D. Miguel, ambos, tal vez, con sus mejores galas, se veía que hasta en la ropa daban mucha importancia a esa cena.
El camarero les llevó a una mesa especialmente adornada, como detalle, le había puesto en el centro una banderita de España y hasta un pequeño toro de porcelana.
Les sirvieron el aperitivo y Rosa preguntó:
-¿Doña Claudia, cómo fue su viaje a España?
Pero fue D. Miguel el que comenzó a explicar:
-Nada más salir Claudia de la cárcel, empecé a darle vueltas a la idea de salir del Perú, por algún tiempo al menos. Solicite una Beca de estudios para España. Se trataba de un Curso de Arqueología de la Universidad Complutense duraría nueve meses y me pagarían el viaje y el alojamiento, solo necesitábamos el dinero para el viaje de Claudia, pero teníamos ahorrado suficiente, habían sido tres años de muy pocos gastos ¿A qué fiestas iba a ir yo con Claudia en la cárcel?
-Recuerdas que yo, la primera vez que me lo insinuaste, me negué radicalmente – apostilló Doña Claudia- pero luego, después de pensarlo, me pareció que sería una forma de darle largas al asunto, dejarlo en manos de los políticos, y le dije que si le concedían la beca sería cosa del destino que fuéramos, pero pensaba, con absoluta certeza, que con mis antecedentes políticos no se la concederían nunca.
-Yo había seguido su consejo y muy poca gente sabía que mi esposa había estado en la cárcel, además, en aquel momento, la Universidad tenía fondos, pues fueron unos años de bastante prosperidad económica, y el gobierno se aprovechó de la guerra de Corea para impulsar las exportaciones de materias primas. Como siempre esa prosperidad no llegó al pueblo, sino que fomentó la corrupción de los políticos. Pero a nosotros nos consiguió la ansiada Beca y la posibilidad de que Claudia estuviera más tranquila, lejos de su afición militante.
-Tuvimos un problema añadido -sugirió Doña Claudia- un mes antes de salir nos enteramos de que yo estaba embarazada. No podéis haceros una idea de la reacción de Miguel al saberlo: Se acabó el viaje, no podemos poner en riesgo al niño. Pero yo me mantuve firme. Si era el destino, mi primer hijo nacería en España. ¿Por qué no? Y por supuesto seguimos adelante.
-Para los dos era la primera vez que montábamos en avión -siguió D. Miguel rememorando- sería un gran recorrido: de Trujillo a Lima iríamos en autobús para luego, montados en un avión, hacer el resto del viaje: Quito, Cartagena de Indias y por fin Madrid. El viaje que se nos hizo muy largo y pesado, en Cartagena hasta nos hicieron cambiar a un avión más grande, para cruzar el Atlántico, allí nos demoramos un día completo de la mañana a la noche. Por fin llegamos a Madrid, nuestra primera impresión no fue muy agradable era el 17 de septiembre de 1953 y todavía se notaban algunas señales de la reciente guerra incivil en algunos edificios y en la gente descubrimos un regusto amargo en el alma, se sentía que habían sido demasiadas desgracias, demasiado trágicas, demasiado cerca y en demasiadas familias.
-Además -intervino Doña Claudia- nos íbamos de un gobierno militar y allí encontramos otro también militar y muy parecido.
-En la Universidad de Madrid nos dieron una dirección donde, tal vez, nos podíamos alojar. Fuimos en un taxi pues no sabíamos donde estaba, y allí nos ofrecieron una habitación con derecho a cocina, bastante aseada y digna, estaba en la C/ Cadarso, una calle ancha con árboles, resultó estar muy cerca de la Facultad donde me tenía que matricular, podía ir andando cada mañana. También estaba cerca de la Plaza de España y la Gran Vía. Nos llamó mucho la atención un gran edificio que se estaba construyendo,la Torre de Madrid, decían que sería el rascacielos más alto de Europa, nosotros lo vimos de 30 plantas, pero se decía que llegaría a tener 37 plantas, para nosotros era una barbaridad, acostumbrados a edificios de 3 ó 4 plantas como mucho, aquel edificio de casi 150 metros de altura nos asombraba. Como quedaban casi quince días para que empezaran las clases, nos dedicamos a conocer la ciudad, Claudia compró un plano y antes de salir a la calle estudiábamos un recorrido. Teníamos opción de autobús y metro para desplazarnos. Creo que nuestra primera visita fue al Museo de Prado, aunque luego volvimos otras veces. Por supuesto que estuvimos en la Puerta del Sol, en Cibeles y la Puerta de Alcalá.
-Cuando empezaron las clases -tomó la palabra Doña Claudia- me quedé abandonada muchas horas, no tenía nada que hacer, empecé a aburrirme, algunas mañanas eran especialmente largas. No recuerdo como se me ocurrió buscar dónde podría ejercer de enfermera. Fui a la Cruz Roja y allí me ofrecieron ser voluntaria, podía ir al hospital los días que quisiera y aquello era lo que me gustaba. A veces participaba en una urgencia o acompañaba a algún enfermo para hacerle las pruebas clínicas, o simplemente para hacer compañía a los que no tenían acompañantes. Estaba en esos trabajos, cuando un día al llegar Miguel de la Universidad le dije: “un médico se ha enamorado de mí”, era por supuesto una broma pero al ver la reacción de Miguel, en su cara se pintó el enfado, le aclaré, con rapidez, que ese médico podía ser mi abuelo por la edad y que solo me había ofrecido trabajar en un Hospital privado, allí algo me pagarían, aunque seguiría figurando solo como voluntaria. Así me repartía entre el Hospital de la Cruz Roja: dos días a la semana y en el hospital privado los demás días.
-Pudimos hacer un viaje a Valencia, -añadió Don Miguel- pues habíamos conocido a una familia de españoles de Picassent, que estuvieron en Trujillo unos años antes, y nos dieron direcciones de familiares y amigos: a unos cuantos pudimos visitar y dar noticias de Doña Dorita y Don Pedro a los que habían dejado cuando escaparon.
-En las navidades – recordó Doña Claudia- estuvimos ocho días en París.
Fue una velada interesante, escuchando las vivencias de Doña Claudia y D. Miguel.
DÍA DOMINGO
De vuelta a orillas del Virú 2008
Después de estudiar el manuscrito surgió, para Rosa y Juan, la necesidad de visitar el Río Virú, de buscar la Aldea que tanto les había fascinado.
-Alguna señal se podrá encontrar del Templo -pensó en voz alta, Juan- y tal vez localizar las tumbas de las MAMA-COYAS o las de la Cueva de los Muertos.
-A mí -contesto Rosa- me gustaría encontrar las construcciones del embarcadero o de los caminos por el cerro Saraque con la acequia.
Después de pensar varias opciones, desecharon la de alquilar un auto, pues necesitaban a alguien que les guiara por la zona del Virú, les pareció que lo mejor sería buscar a algún taxista, que conociera el lugar y les pudiera llevar, pues tan solo estaba a 46 kilómetros de Trujillo, al sur por la Panamericana.
Preguntaron en la recepción del Hotel, desde donde llamar un taxi, les enviaron a la puerta, donde un taxista esperaba a posibles clientes.
-A mí, la verdad, -les informó el taxista- no me interesa hacer ese viaje, pues no he estado nunca en Virú y no les podría movilizar como ustedes pretenden.
Pero les habló de una Cantina donde solían reunirse muchos taxistas para comer o conversar.
-Allí podrán preguntar, pues seguro que alguno ha nacido o ha vivido en Virú y le puede interesar su propuesta y además serles útil en la exploración que pretenden.
Juan le pidió que les llevara a esa Cantina, por supuesto, que la cafetería tiene nombre, pero para todos es conocida como la Cantina de los Taxistas. Recorrieron algunas calles llenas de tráfico, amenizadas por los frecuentes bocinazos de los autos, que se disputaban con saña los carriles de la calzada.
Cuando llegaron, entraron en una sala grande, distribuida en varios niveles separados por escalones, en cada zona había varias mesas con sillas. Las paredes ofrecían múltiples fotografías de autos antiguos, los primeros taxis que circularon por la ciudad. Aunque era la hora de comer, no había muchos clientes, pero a los que había, Rosa, les explicó su propósito:
-Al que más le puede interesar es al señor Cesar -explicó uno de los comensales- pues él nació en Virú y de vez en cuando se moviliza hasta allí.
-¿Y como lo podemos encontrar? -preguntó Rosa.
-Eso sí que es muy fácil, nosotros les ayudaremos a buscarlo, esperen tranquilos en la cantina, rápidamente les daremos razón de Don Cesar.
En pocos minutos empezó a correr por la ciudad, de un taxista a otro, el mensaje:
-Unos “coloraos”, que está en la cantina, buscan al señor Cesar.
Rosa y Juan se acomodaron en la Cantina dispuestos a esperar. Como ya habían comido, pidieron un refresco, el camarero les ofrece: chicha de Jora de maíz y les explica.
-Es una bebida tradicional, se bebe desde antes de la época de los Incas, ellos la usaban para sus rituales sagrados, ofrendas a Inti y a la Pachamama. Nosotros la elaboramos de modo artesanal según la receta más auténtica.
-¿No será una receta secreta? – pregunta Rosa.
-No, por supuesto, aunque si tenemos algunos trucos para hacerla más sabrosa. Para empezar, lo fundamental es hacer la Jora del maíz, esto se consigue dejando durante un día el maíz remojado en agua, luego se pone sobre un paño húmedo hasta que germine, en dos o tres días tenemos la Jora de maíz, entonces se seca y después se muele. Esa harina se tuesta durante 20 minutos para luego poner a hervir entre 2 a 4 horas, sin dejar de remover la masa hasta que se consume más o menos la mitad del agua, en ese momento se endulza y se enfría, después se cuela con un lienzo y se deja en un recipiente un par de días, fermentando.
Pero, ¿Si fermenta es una bebida alcohólica? -protestó Juan, que había pedido un refresco, lo que para él era siempre sin alcohol.
-Sï que es muy poco alcohólica, verán como les gusta.
-Bueno, traiga esa chicha -terminó aceptando Rosa- aunque tendremos cuidado pues puede ser de muy alta gradación.
-No se preocupen – aclaró el camarero- ya me encargaré yo de que no terminen muy “tomaditos”.
A la mesa se arrimó un hombre joven, se presentó como taxista y se ofreció a llevarlos a Virú.
-¿Es usted el señor Cesar? – preguntó Juan.
-No, yo me llamo Antonio y he estado en Virú en varias ocasiones y puedo llevarles por un cómodo precio.
-¿Pero sabe qué tendrá que llevarnos hasta el río y buscar las ruinas de la aldea del Saraque?
-Seguro que es fácil encontrar esos sitios.
-Tal vez sea fácil, pero nosotros deseamos que nos lleve alguien que conozca el lugar, para no perder el tiempo. Nos han dicho que el señor Cesar vivió allí en su juventud. Esperaremos a hablar con él.
No muy conforme, Antonio se levantó de la mesa, farfullando quejoso por perder una carrera tan apetecible.
En una mesa cercana, el camarero sirvió uno de los platos típicos de Trujillo, el ceviche de cañan. En el Manuscrito habían aprendido que era un pequeño lagarto, que se comía en la zona, desde hace muchos miles de años, pero al verlo cocinado, les resultó un tanto revulsivo, y no por un desprecio a la gente que lo come con fruición, sino tal vez porque se habían separado tanto, tanto de la naturaleza y tienen tantas opciones alimenticias, que su estómago ya no resiste las comidas más tradicionales. Otro gallo cantaría sin no se hubieran apartado tanto de la naturaleza y no tuvieran otros manjares entre los que elegir.
No tardó ni una hora en que se presentara el Señor Cesar en la Cantina. Oyeron como todos le llamaban “el alcalde”, pero como no llegaban a saber por qué le llaman así: si resultaba que ese era el nombre del verdadero Alcalde de Trujillo, o porque fueran parientes, ni siquiera sabían si a él le molestaba ese nombre y se lo decían para fastidiarle. Por si acaso ellos siempre le llamaron: Señor Cesar.
Era un hombre de unos cincuenta años, grueso y bonachón, con la ironía propia de los trujillanos y con su extrema delicadeza. Se le nota muy escuchado y leído, como dijo uno de sus colegas, escuchado porque no solo había escuchado a mucha gente, sino que lo hacía con interés y preguntando con aprecio.
Se presentó saludando con amabilidad y aceptando un asiento en la mesa. Le invitaron a chicha, le explicaron el plan y le pidieron un presupuesto.
-Queremos estar todo el día en la zona del Río Virú, llegar hasta las orillas del torrente, y si era posible, acercarnos al cerro Saraque en busca de las ruinas de la antigua aldea. Hemos encontrado un Manuscrito, que informa de los habitantes de una aldea cerca del Río Virú, con terrazas de cultivo en las laderas del Saraque.
El señor Cesar, no solo hizo preguntas, sino que cada vez se le notaba más entusiasmado con el proyecto. Rosa extendió sobre la mesa el plano que habían elaborado siguiendo las informaciones encontradas en el Manuscrito.
-En Virú –terminó por explicar el Señor Cesar- tengo muchos familiares y amigos de mi juventud, y el plan de viaje me parece muy interesante. En cuanto al precio, podemos quedar en el costo del combustible, pues yo puedo aprovechar para saludar a mis familiares. Aunque yo nunca oí hablar de unas ruinas en el cerro, pero sí que fui muchas veces al río con los jóvenes a pescar y bañarnos. Será interesante, echarle un vistazo a ese mismo río, con la información que tienen ustedes.
Quedaron en partir de madrugada al día siguiente, para poder aprovechar toda la luz del día.
DÍA LUNES
Eran las seis de la mañana cuando de la recepción del Hotel comunicaron por teléfono a Rosa y Juan que un taxista les esperaba en la puerta. Rosa se acercó a la habitación de Adela y como ya estaban todos preparados, bajaron con presteza. Pero antes de ponerse en marcha invitaron al Señor Cesar a desayunar, aunque él ya había comido, se sentó con ellos a la mesa y aceptó una mazamorra morada, mientras ellos tomaban café, leche y tamales. Como todos tenían urgencia, se demoraron muy poco.
Al subir al taxi, Juan se puso en el asiento junto a D. Cesar, tenía la intención de aprovechar el viaje para contarle lo que habían leído en el manuscrito y así prepararlo, para que pudiera entender mejor, lo que buscaban con tanto interés.
Fue un viaje muy agradable de apenas una hora por la Panamericana rumbo al Sur, y pronto quedó claro que el Señor Cesar era un hombre muy leído, pero, sobre la antigüedad peruana, casi todo lo que sabía se reducía a los múltiples tópicos que ensalzaban a los Incas y denigraban a los conquistadores, pero la existencia de Chan-Chan, a donde había llevado turistas con frecuencia, le tenía intrigado.
-En una ocasión le hice una carrera -les comentó- a dos personas que hablaban sobre la importancia de aquellos habitantes, y como fueron conquistados por los soldados Incas y sometidos a su tiranía. Hablaban de Chan-Chan pero, también de la Señora de Cao y de otros sitios cercanos a Trujillo. Retazos de aquella conversación me llevaron a buscar en la Biblioteca Municipal algunos libros sobre ese tema concreto. En la Biblioteca encontré cualquier cantidad de libros, pero el volumen que me recomendó la Bibliotecaria, me resultó bastante aburrido, me pareció demasiado técnico, y así terminó malamente mi afición por ese asunto, que no logré conocer con alguna profundidad.
El viaje también dio oportunidad para hablar de la familia y de sus amigos de Virú. Por teléfono había conectado con su gran amigo Luis, a su casa les llevaría en primer lugar, pues les podría dar información de primera mano sobre el lugar.
En el Grifo Gran Chimú, pararon a llenar el tanque de combustible, al reanudar la marcha, la Panamericana atravesó las primeras calles de Virú. Llegaron cuando ya el sol rompía el cielo. Las casas de la ciudad se desparramaban a lo largo de la carretera hasta que una de las calles, como todas en el lado derecho, se aleja de la Panamericana y les lleva hasta el núcleo, hasta la Plaza de Armas. A esa barriada algunos mapas la llamaban Saraque, pero era allí donde estaban la Municipalidad Provincial, la Comisaría, el Estadio y el Cementerio del Virú. En algunas calles vieron Arcos de madera, decorados con cintas de colores y flores.
-Señor Cesar -preguntó intrigado Juan- ¿Qué son esos Arcos? He visto ya varios.
-Son de los catorce Arcos para la fiesta, por esas calles pasaránLas Diabladas, en la fiesta del Señor de la Sangre. El sábado anterior al primer domingo de julio será la venida del Señor y luego el Concurso de Danzas. Y por la noche, se desarrolla la Retreta de las Bandas y la quema de fuegos artificiales como símbolo de víspera. El domingo, día central, después de la misa, sobre a las seis de la tarde, comenzará la procesión principal que lleva al Señor de la Sangre hacia la Capilla, edificada a los pies de la Huaca Santa Clara. El lunes de amanecida, el Señor de la Sangre regresa al templo del Virú, pero en el camino se encontrará con el Señor de la Sangre de Lima, el Señor de Huamanzaña y La Pastorcita. En el Barrio El Alto lo esperarán las imágenes de San Pedro, San Pablo y San Isidro. Son encuentros emocionantes, sobre todo para los viruñeros que esperan durante el año estas fiestas.
Cerca de la Plaza de Armas, encontraron la casa del Señor Luis y su esposa Teresita, que les recibieron con alegría, por supuesto, la alegría era por abrazar al Señor Cesar, no le habían visto en varios años. El señor Cesar presentó a Rosa, Adela y Juan.
-El señor Cesar nos ha dicho que usted nos puede orientar -comentó Rosa- En primer lugar nos gustaría que nos explicara qué pasa con el río, pues lo hemos cruzado y apenas es una acequia canalizada.
-Desde hace unos años -comenzó el señor Luis- en esta parte del Perú se está realizando una gran obra de ingeniería es el Proyecto Especial CHAVIMOCHIC que consiste en la derivación de las aguas del río Santa a través de un canal para conducirla, por medio de túneles y puentes, hacia los valles de Chao, Virú, Moche y Chicama. Ese canal madre enlaza a esos cuatro ríos aportándoles caudal constante de agua, pero esa agua apenas llega al mar, al unirse con el Río Virú lo alimenta para distribuir agua por todo el valle.
-Toda esa construcción -sentencia el señor Cesar- ha cambiado totalmente el paisaje del valle y hasta el recorrido del río Virú. Buscar el antiguo cauce será muy relevante para poder localizar el cerro Saraque.
-Señor Luis -preguntó Rosa- ¿Por dónde piensa que podemos empezar a buscar?.
-Yo les acompañaré en toda la excursión, lo que me dijo Cesar me interesa. Podemos ir esta mañana, río arriba, hasta el cerro y allí ver esa aldea de la que hablan, después vendremos a casa para comer y por la tarde podemos ir hasta el mar.
Sin más dilaciones se encaminaron hacia el cerro Saraque.
Dos carreteras comienzan en el pueblo, y alejándose del mar, acompañan las riberas del río. Por la del margen derecho se acercaron al cerro, lo superaron buscando las cascadas, que resultaron muchísimo más pequeñas de lo que habían imaginado. Eran cuatro pequeñas cascadas. El agua era muy poca, pero muy limpia, saltaba entre las piedras y se remansa en cristalinas lagunas. Muy cerca estaría el acantilado de los Guacamayos.
A la sombra de unos árboles, sobre un pequeño prado, se sentaron a contemplar las cascadas.
-Tal vez ya estaban estos árboles cuando los niños venían a por arcilla, –comentó Juan- o son los retoños de aquellos, pues los algarrobos tienen una larga vida y estos se ven muy retorcidos y añosos.
Después de un rato montaron de nuevo en el todo-terreno y volviendo sobre sus pasos se aproximan al Cerro.
-En esta zona tendría que estar la Aldea, -comentó Rosa al llegar al lugar en que se acercaba la ladera del Cerro al río, pues dice el Manuscrito, que entre el Virú y el Cerro edificaron el Templo, las casas y los almacenes.
Detuvieron el auto, los cinco se apearon y comenzaron a andar: algarrobos, matorrales, algún cañan que huía a su paso, cientos de pájaros les daban la bienvenida, el aire vibraba con el aleteo de los insectos, pero no se veía ni rastro de la Aldea, ni de los andenes para el cultivo, ni de las acequias. Todas las laderas de la colina estaba llena de guijarros, rocas, algunos árboles y muchos matorrales.
Por muchas vueltas que daban, todo era baldío, allí no se encontraba ningún resto de la Aldea.
-¿Dónde puede estar la Aldea? -preguntó Juan intrigado- parece que se ha volatilizado.
El señor Luis frunció el ceño y explicó, paseando la vista por el monte.
-No lo sé. Pero se me ocurren algunas explicaciones. Hay que tener en cuenta que ha pasado mucho tiempo y con frecuencia el río crece con las lluvias e inunda las riberas. No sería extraño pensar que hace años viniera una riada más importante y arrastrara rocas, fango y árboles. Pudiera arrasar la Aldea y cubrirla de escombros.
-Eso pudo ser – admitió, de mala gana, el señor Cesar- pero ¿Qué pasó con los andenes de la ladera en los que cultivaban? No hay ni rastro y en otros muchos lugares se han conservado ¿No habéis visto fotos de Machu Pichu?
-También se me ocurre otra explicación -afirmó pensativo el señor Luis- y si algún sismo o algún huaico hizo desplomarse la ladera, y arrastró la zona de cultivo enterrando la Aldea.
-Pues es una explicación -afirmó pensativa, Rosa, y un tanto confusa- y hasta que los arqueólogos no tengan tiempo, esta Aldea estará esperándoles. Ahora tienen demasiados sitios donde buscar, pero algún día le llegará su turno.
Es muy difícil darse por vencidos, después de haber estado soñando, durante tanto tiempo con aquel lugar. Incansables subieron y bajaron el cerro, una y otra vez, intentando encontrar alguna señal de ruinas o huellas de la antigua Aldea. Hicieron cientos de fotos, sería lo único que se llevarían.
-Allí, en la lejanía, -les dijo el señor Luis- sobre el cerro al otro lado del río, se dibuja la mole inmensa delCastillo de Tomabal, es una edificación de adobe, ya estaba construida mucho antes de que los españoles llegaran al Perú y todavía permanece como recuerdo y señal de sus antiguos habitantes.
-En el Manuscrito –apunta Adela- dicen que cuando llegaron al valle encontraron una gran edificación, aunque ya estaba deshabitada y en parte arruinada.
Se hizo la hora de comer y decidieron volver al pueblo. En el auto la conversación estaba llena de desilusión ¡Qué pena no haber encontrado nada! Tal vez se había ilusionado en demasía.
Al llegar al pueblo, como ya la hora era tardía, se encaminan directamente al Restaurante El Fogón, donde la señora Teresita ya les espera. Había hablado con la propietaria del Restaurante, doña Rosita, y además de encargar la comida, había negociado que una pareja, bailara marineras, para sus invitados.
Cuando se acercaban, las notas musicales de la marinera inundaban el cobertizo, donde se situaba el comedor. Rayos de sol atravesaban la cubierta, llenándolo de columnas de luz y de manchas de sombras en las mesas y el suelo. En una de las mesas sobre el mantel de papel azul con rayas blancas, estaban preparados seis servicios, hacia esa mesa encaminó a la comitiva la señora Teresita. Otras mesas estaban ocupadas por trabajadores de una empresa cercana de conservas vegetales. Por el Chavimochic habían empezado a surgir, varias empresas de elaboración de los productos agrícolas: espárragos, pimientos de piquillo, alcachofas; que daban nueva vida a la ciudad, y que en España se ven con frecuencia, en los envases de conservas vegetales: Producto de Perú.
-Estos son los famososChicharrones de cerdo -presentó orgullosa doña Rosita- que se cocina con su piel y en su grasa, acompañados con papas sancochadas y maíz tostado al que se añade una salsa criolla hecha con cebolla picada y limón y hierbabuena.
-Es leyenda que este plato -comentó el señor Luis- era el preferido de D. Francisco Pizarro, pues en su infancia criaba cerdos. En este manjar se allegaban los sabores peruanos: papa y maíz, productos desconocidos en su tierra, con el cerdo que ellos trajeron desde España.
En la conversación hablaron de su rechazo a los cañanes, pero también de su admiración por la papa, se puede comer: cocida, asada, ahumada y frita. No hay más modos de cocinar un alimento.
Por la tarde marcharon en busca de la Aldea del Mar, pero con la experiencia de la mañana, y sabiendo lo provisional, apenas consistía en unas cabañas, en qué consistía la Aldea del Mar, lo que esperaban era al menos disfrutar, de la puesta de sol, que los habitantes de esa Aldea, vería cada atardecer durante años.
Rosa sintió el frescor de la brisa en el rostro, cuando a lo lejos empezó a vislumbrar el mar. Y solo se pudieron extasiar al ver como Inti, solemnemente desaparecía en la lejanía del Océano Pacífico
Durante el día habían visto el paisaje con árboles y flores, oído el rumor del río y el canto de los pájaros, tocado el agua con sus pies y en su cara, intuido el aroma de los campos y la fragancia del mar, saboreado los frutos de los algarrobos; y sobre todo, habían llenado sus pulmones con el aire de las orillas del Río Virú.
Para ponerse en contacto con los autores facilitamos su dirección:
aorillasdelviru@gmx.es
Índice biográfico, elaborado con datos del Manuscrito y de otros documentos de la época.
Narradores de Historias
Wayamara
En el idioma de mi Aldea significa: “estrella que ha venido de lejos”. Y en mi nombre se pregona la realidad de mi nacimiento, ya que soy hija de la MAMA-COYA Sulata y del soldado andaluz Diego de Villamayor.
Se puede afirmar que en mi persona se realiza, con toda plenitud, la extraordinaria y misteriosa unión del río Virú y Andalucía.
Anca (Veloz como el águila)
Marido de Tintaya, en su juventud participó en un gran viaje que les llevó hasta Huacho, donde se pusieron en contacto con los que habían huido con Waywa, luego se dirigieron al sur hasta la península de Paracas donde contemplaron, maravillados, el Candelabro.
Naira (Mujer de ojos grandes) N. 1.423 - M. 1.473
Segunda MAMA-COYA, 1.441, tenía 18 años y gobernó 32 años, hija de Tintaya y Anca, recordada por su gran inteligencia. Fueron decisivas, para el futuro de la Aldea. Murió asesinada por el Representante del Señor de Chan-Chan cuando la Aldea fue asaltada.
Tarki (Que se hace respetar)
Dirigió la caravana comercial a los Baños de Inca. Durante años se sucedieron las caravanas a Cajamarca. Dejó al mando de una especial de delegación de la aldea a Sayri y bastantes años organizaron, con eficacia aquellas misiones comerciales.
Asiri (Mujer sonriente)
Narra la aventura cuando unos cuantos fueron enviados investigar lo que sucedía en Chan-Chan y luego sufrió las consecuencias de la llegada del los sondados de Chan-Chan a la Aldea
Sanka (Mujer que dice la palabra adecuada)
Después de muchas deliberaciones y muchos meses, el Consejo autorizó a que un grupo de voluntarios se uniesen a los rebeldes, el grupo estaría comandado por Kusi en representación de su Madre.
Mayta (Hombre que aconseja con bondad)
Narra la extraordinaria aventura que supuso para algunos la ocasión de conocer la costa más al sur del Virú. Participó en el viaje comercial bastante ruinoso que llegó, junto con Anca hasta el Candelabro.
Dumma
Muchas veces, me han pedido que cuente mi historia. Llegué a la Aldea del Río con unos 12 años huyendo junto con mis padres y mis 3 hermanos del norte, de más allá de Cajamarca.
Takiri (El que crea música)
Marido de Duchicela, a la que acompañó hasta su tierra, en busca de su abuela y resultó que había fallecido cuando llegaron, Caminaron hasta más al norte de Cajamarca
Duchicela
Hermana de Dumma le costó integrarse en la Aldea, pero terminó casándose con Takiri.
Sulata (Mujer hermosa) N. 1.519 - M 1.568
Sexta MAMA-COYA, 1.546 tenía 27 años, gobernó 22 años. Se había casado con D. Diego en 1.533, era considerada de una belleza deslumbrante.
Otros personajes
Tintaya (La que consigue lo que quiere) (N. ¿? - M. 1.441)
Primera MAMA-COYA, ¿1.400? condujo a su pueblo a orillas del Virú, cuando en su antigua Aldea, una gran tormenta de arena, lo anegó todo, convirtiendo aquel valle en inhabitable. Fue una gran MAMA-COYA, muy querida y recordada, por su prudencia y decisión. Aprovechó el traslado del pueblo para reformar algunas costumbres, tal vez, la de mayor trascendencia social, fue la de prohibir la que autorizaba a la MAMA-QOYA, a disponer a su antojo sobre su matrimonio, pudiendo en cualquier momento despedir a su marido y elegir otro.
Waywa (Veloz como el viento)
Madre que se enfrentó a la MAMA-COYA Tintaya (La que consigue lo que quiere) y con unas cuantas familias abandonó el valle, se dirigieron al sur, se establecieron en Huacho donde el pueblo prosperó con el comercio de la sal y el salado de pescados, pero siempre se sintió ajeno a la cultura y costumbres de aquel pueblo. Sufrieron persecución y fueron casi aniquilados
Nina (mujer inquieta, vivaz)
Madre que dirigió el viaje en busca de metales llegando al Tambo Huacho y luego al Candelabro.
Qawayu (veloz, ligero)
Compañero de Anca (Veloz como el águila)
Illarisisa (Flor del amanecer)
Heredera de la MAMA-COYA Naira (Mujer de ojos grandes), que el día de su boda fue asesinada por Ninan (Inquieto y vivaz como el fuego) pues había elegido como marido a Churki (que nunca se rinde, persistente). Se la recuerda como una joven muy hermosa con gran personalidad, aunque algunos señalan que había prometido, como jugando, antes de elegir marido, que elegiría a uno o a otro de los jóvenes. Tal vez por ello se puede entender la reacción de Ninan (Inquieto y vivaz como el fuego) al no ser elegido.
Churki (que nunca se rinde, persistente)
Elegido por Illarisisa (Flor del amanecer) como marido y quedó viudo el mismo día de la boda. Varios años después fue elegido como segundo marido por Kusi, la hermana de Illarisisa, cuando Kusi volvió de la lucha con los soldados de Chan–Chan donde falleció su primer esposo heroicamente en la lucha.
Ninan (Inquieto y vivaz como el fuego)
En su juventud mató a Illarisisa (Flor del amanecer), fue condenado al destierro en la Isla de Guañape. Allí lo dejaron atado, se sospecha que uno de los que le llevaban, le aflojo las ataduras de las manos así le fue fácil liberarse y después de unos días alimentándose de huevos, a ver que no tenía posibilidades de encontrar agua decidió evadirse nadando, consiguió llegar a la costa y se alejó de la Aldea. Se estableció en Cajamarca donde llegó a ser un próspero comerciante. Nunca quiso acercarse a su antigua Aldea
Kusi (que tiene siempre suerte)
N. 1.450 - M 1.503
Tercera MAMA-COYA, 1473 tenía 23 años, gobernó 30 años. En su juventud enviada por su Madre, comandó al grupo de voluntarios que durante años, hostigaron a los soldados de Chan–Chan que se extendieron fuera del valle del Moche amenazando la Aldea
Kurmi (brillante Arco Iris)
Fue secuestrada por los soldados del Inca, cuando era una niña de 7 años
Utuya (mujer fuerte y decidida)
Dirigió la expedición para liberar a las secuestradas por los soldados de Inca
Sapana (Hija única)
Última MAMA-COYA de Huacho, la encontraron los que seguían a los secuestradores de Kori y les narra cómo su pueblo fue perseguido por un cacique de Huacho. Recibieron como libertadores a los soldados del Inca. Por envidia de su triunfo, sufrieron vejaciones y casi fueron exterminados. Nunca pudieron construir un Templo según su costumbre y a escondidas mantuvieron sus leyes y el poder de la MAMA-COYA que les gobernó
Purik (Caminante, andariego)
Esposo de Ayka, que protagonizó una dura pelea con Iraya al reaccionar ante las insinuaciones de ser culpable de la muerte de su esposa. Fue desterrado durante un año a la Aldea del Mar
Iraya (El que ayuda y socorre)
Hermano de Ayka, nunca quiso aceptar que la muerte de su hermana fue por un accidente. Culpaba a Purik
Ayka (cariñosa, afable en el trato)
Logró ilusionar a su marido para hacer un largo viaje con toda su familia. Después de estar en Chan-Chan, bordearon la costa hacia el norte, para encontrar la Aldea original a orillas del Estuario de Virrilá.
Illawara (estrella afortunada)
Hija de Ayka y Purik, esposa de Wayna
Paku (útil e inteligente)
Hijo de Ayka y Purik, fue secuestrado por españoles que le convirtieron en intérprete, llegó a ser escribano de Pizarro, al que acompañó hasta la Ciudad de los Reyes
HIMNO ACTUAL A VIRU
CORO I
Eres tú, oh Virú, Madre Tierra
que a la patria su nombre inspiró,
la fuente eterna que bebieron
nuestros pueblos por su libertad
ESTROFA
Suelo patrio y cuna gloriosa
de la noble cultura Virú,
brazo enhiesto y tambo de imperio
casta Inca, Mochica – Chimú.
Tu ciudad esmeralda del valle
armonía de paz y quietud,
siembra un pueblo que canta y rebosa
los valores de la juventud.
ESTROFA
Tomabal, un castillo del arte,
Milenario Queneto eres tú,
magna piedra angular que sostiene
la grandeza del pueblo Virú.
Levantemos al tope las almas,
que nos une la fe, la inquietud.
Chavimochic fomenta la siembra,
La cosecha, el honor, la virtud.
CORO II
Eres tú, oh Virú, Madre tierra,
la que España, San Pedro nombró.
La Virgen de los Dolores, cuide
su fiel pueblo, posada de amor (bis)
ÍNDICE
PRÓLOGO
Entrega del Manuscrito. Trujillo 1563
Viaje al Perú. Lima 2008
Ciudad de Trujillo. Agosto 2008
PRIMERA PARTE
Así comenzó nuestra Aldea
Un día de dolor
Construcción del nuevo Templo
Tragedia en la aldea
La Vida Continua
Ciudad de Trujillo, agosto 2008
Caravana comercial a la Sierra
Caravana comercial en Cajamarca
Incursión en Chan-Chan
Nos enfrentamos a los soldados.
Los soldados en nuestra Aldea.
Los soldados del Inca en Chan – Chan
Día martes en Trujillo, agosto 2008
SEGUNDA PARTE
Una antigua aventura
Acogida a una familia de huidos
Integración en la Aldea
Una nueva vida
Nuevos peligros
Añoranza de una abuela
De vuelta a la Aldea
Un secreto
Día miércoles en Trujillo, agosto 2008
TERCERA PARTE
Los soldados del Inca
Siguiendo a nuestras hermanas
Nos dirigimos a las montañas
Nos adentramos por la sierra
Llegada a la ciudad del Cusco
Los libertadores en el Cusco, 1512
Regreso a la Aldea
Día jueves en Trujillo, agosto 2008
Juicio por una pelea
Un extraño en la playa
Diego en la Aldea del Río, 1532
Vuelta de Paku: D. Francisco del Virú, 1551
EPÍLOGO
Día viernes, sábado y domingo en Trujillo, agosto 2008